La vuelta de Robinho

Fue contra el Cádiz, en 'la Tacita', donde Robinho jugó sus mejores minutos como madridista. Los responsables del club blanco habían colocado irresponsablemente el peso del nuevo proyecto en las espaldas de este internacional brasileño, de poco más de 20 años. 10.000 personas, no se recuerda nada igual, le recibieron en su presentación en el Bernabéu. Las expectativas sólo se colmaron en aquella media hora del Carranza, cuando a sus 'bicicletas' no se le pinchaban las ruedas, cuando su fútbol eléctrico parecía tener un voltaje adecuado. Todo parecía el sueño de una noche de verano.
Pero no se conoce chaval que no haya venido del otro lado del Océano y no haya necesita un periodo de adaptación. Todo es nuevo para ellos: los compañeros, la comida, la altura del césped, la casa nueva, la presión de un gran club, nuevo círculo de amigos. Robinho no iba a ser una excepción y no lo fue. Para colmo, el mal momento de su equipo en la primera vuelta vislumbró el mito del triatleta (corre, bici y luego 'nada'). Además, la eclosión de Messi en el Barcelona también jugó en su contra. El espejo nos le enseñaba feo, pero que nadie se equivoque. Tras esas piernas delgadas, delicadas, hay un futbolista de los buenos. Para mí, el juicio a Robinho empieza ahora, cuando ya ha tenido tiempo de asentarse, de saber que el fútbol es un idioma internacional, que tiene distintos acentos según donde se juegue. El 'Robinho de Cádiz' empieza hoy... Veremos quién ríe el último.