sábado, octubre 22, 2005

Mis perfiles: Quique Sánchez Flores

Cada fin de semana recuperaré los perfiles de entrenadores que escribí este verano en el Periódico de Catalunya, donde hay detalles interesantes y curiosos. Hoy he elegido a Quique porque es uno de los personajes de la jornada liguera. La visita de su Valencia al Bernabéu puede marcar un antes y un después en el club de Mestalla.

EL ENTRENADOR 3.0

El técnico nació delante de la pantalla de un ordenador. Corría el año 89. Quique mataba las tardes del futbolista jugando al PC Fútbol, un programa informático que causaba furor entre los jugadores de aquel Madrid (Eran famosos los piques entre Michel, Laudrup y Luis Enrique). Enfrente siempre tenía a su hermano Isidro –‘Pichi’ en casa’ o a su sobrino José, ahora un cantante de esos que sólo la estirpe de los Flores es capaz de dar. Quique no era un jugador más de PC Fútbol. Era un estudioso de su equipo. Le gustaba cambiar cada partido la táctica, le gustaba mover a los jugadores, cambiarlos de posición y en aquella primera época de poca calidad, visualizaba los partidos enteros. Meticuloso y perfeccionista, cuentan que hasta cuando acudía de chaval a jugar al fútbol con los amigos, exigía un balón perfecto y porterías con redes. Lo mismo le sucedía aún más pequeño con las chapas. Esos pequeños detalles le hacían un tipo diferente.

El amor por el fútbol le vino por su padre, Isidro, ex jugador del Real Madrid entre otros equipos. El arte y ese temperamento tan especial le llegó por la familia con más duende que ha dado este país: los Flores, gente mítica, con valores. De Carmen Flores, su madre, heredó entre otras muchas virtudes, esa seguridad en todo lo que hace, ese no mirar para atrás pase lo que pase y esa facilidad para ponerse delante de una cámara y desenvolverse con una naturalidad que asusta.

Detrás del duende, se esconde un tipo magnífico, pero extremadamente tímido. Un loco del deporte, se llame fútbol, pádel o baloncesto. Si alguien le preguntase quién es su ídolo, no diría ningún lateral derecho, ni siquiera un goleador de altura. Su ídolo es Michael Jordan. Cuando los videojuegos se comieron al ordenador, Quique le echaba horas a los juegos de NBA. Siempre con los Chicago Bulls. Eran famosas las noches de concentración en las que su compañero de habitación, Fernando Giner, se dormía bajo los sonidos del mando de la consola. Hasta cuando se retiró Jordan, Quique ponía todo el esmero en esa increíble posibilidad que dan los videojuegos de ahora para crearte a su jugador favorito. Él siempre jugaba con Jordan en su equipo. Puede que de la NBA sepa tanto como de la Liga. Aún se ríe al recordar el día que Luis Enrique rompió la mesa de cristal de su casa en pleno fragor del partido interactivo. El amor por la PlayStation no se le ha pasado. Poca gente sabe que en los asientos traseros del autobús del Getafe se ha disputado uno de los campeonatos más increíbles de fútbol a través de un videojuego, participando el entrenador con los jugadores.

Su capacidad para analizar no tiene límites. Si tuviese que crear el entrenador perfecto de su vida se quedaría con todo lo que le enseñó Di Stéfano, su padrino, de quién aprendió el amor por ‘La Fábrica’, o sea el lugar de entrenamiento y el respeto al compañero por encima de todo. Es mítica la frase de Don Alfredo cuando un jugador del Valencia le recriminó su suplencia delante de todos, su respuesta fue: “pues si me dice usted a quien quito, yo le pongo”. Claro que la continuación de esta anécdota la vivió Quique en el Getafe dos décadas después. El delantero Riki estaba tocado y se acercó a la banda para pedir el cambio. Se dirigió a Quique y le dijo: “míster, no puedo seguir, dígale a Pachón que caliente”. La carcajada del banquillo fue mayúscula y hasta el propio entrenador se lo tomó a guasa. De Víctor Espárrago siempre le encantó la seriedad que le ponía al trabajo. Resulta casi una ironía del destino saber que Quique antes de hablar con el Getafe, estuvo reunido con el Cádiz. Con Valdano como técnico vivió un máster de cómo mantener por las nubes el estado de ánimo de un equipo. Le apasionó su manera de motivar y a Jorge la forma de ver el fútbol de su lateral, tan lejano a los cánones del fútbol de la época. Le enseñó como ganar una Liga. Por eso, Valdano, como director general deportivo, fue el que le abrió las puertas del juvenil del Madrid, su primera y magnífica experiencia como entrenador.

Desde que dejó el fútbol como jugador hasta su inicio a los banquillos, se mató a estudiar y a analizar. Le vino al dedillo su facilidad para encandilar periodistas. Su secreto siempre fue sencillo, tratar a todos por igual, al recién llegado y al primer espada. De forma natural, nacieron sus colaboraciones en Prensa, Radio y Televisión. No es fácil estar a la vez en Marca, la Ser y Canal Nou. Así demostró que ve el fútbol como los ángeles y que transmite bien lo que sabe. Ese conocimiento del entorno también le ha valido para moverse por las turbias aguas del fútbol profesional sin vaivenes. De sus análisis en el canal autonómico valenciano nació casi un doctorado en el trabajo de Rafa Benítez como técnico del Valencia. Ni siquiera esa intuición, casi femenina, que le caracteriza le podía hacer pensar que tres años después, iba a estar en el banquillo de Mestalla.

Sus diez años como jugador del Valencia, muchos de ellos viviendo en casa de su madre con vistas al estadio le han marcado su corazón. Él mejor que nadie definió lo que su club le sugiere: “colores, bandera, infancia”. Con sólo dos años a sus espaldas en los banquillos se enfrenta al reto de hacer un equipo campeón. Debajo de su discurso pausado y de su innegable humildad, hay un competidor empedernido, un ganador nato. Eso sí, ahora tiene el reto de ganar, jugando bien al fútbol, sabiendo que la ilusión que ha generado en Valencia es la del jugador que encandiló por ser escudo y lanza con el ‘2’ a la espalda.

Ahondar en la persona de Quique no es trabajo fácil. ‘Vive y deja vivir’ es su lema. A él le gusta vivir deprisa, pero parando para leer a Benedetti o para ver en el cine ‘El diario de Noa’, escuchar a Elton John en su BMW familiar. La música la lleva muy dentro. Le viene de raza. Le gusta estar rodeado de Patricia y de sus cuatro hijos, jugando al parchís y que le regañen por tomar otra Coca-Cola. Ha llegado a tomar catorce por día, ahora va por siete. Si le preguntan reconoce que su mejor momento del día es cuando está entrenando. Es un enfermo de su trabajo.
Si algún jugador del Valencia, duda de que un técnico menor que Carboni vaya a saber hacerse con un vestuario complicado, que se olvide. Quique se impondrá por criterios, por conocimiento. Sacará en medio del vestuario su ordenador y en aplicaciones de ‘flash’ les contará los movimientos que van a ensayar. Apuntará todo lo que pase en el día. Si alguien viese la profundidad de sus informes en el Getafe se asustaría. Lo trabaja todo al dedillo. Es un entrenador de última generación (3.0 que dirían los jóvenes). Vive por y para ser el mejor entrenador de este país, no por ambición, sino por pasión. La pasión de los Flores.

5 Comments:

Blogger A.Mora said...

Un detalle que me encanta de Quique y que habla muy bien de él es que en las ruedas de prensa y en las declaraciones a los medios, siempre habla en plural. A veces suena raro oírle decir "nosotros tal", "nosotros nosequé", cuando es evidente que está hablando de decisiones o sentimientos suyos. Pero eso dice mucho de su propósito como entrenador. Ves a Luxemburgo obsesionado con demostrar (más con palabras que con hechos) lo buen entranador que es, el excelente bagaje que tiene en el fútbol carioca. Quique también está obsesionado con ser (no con aparentarlo) el mejor entrenador posible, pero sabe que el fútbol es un deporte de equipo.

24 octubre, 2005 14:38  
Blogger Unknown said...

haber puesto una foto, con lo guapo que es...

02 marzo, 2007 18:46  
Blogger isa said...

Soy Isa, conozco a quique desde hace muchos años y la verdad es que prometía, ya de pequeño resaltaba entre todos jugando con amigos, pero también quiero añadir que su hermano Isidro era también muy bueno. (entonces estaban en el pegaso) y los conocí por una amiga en puebla de farnals, donde pasaban los veranos, cuando dejo el valencia ya no lo volví a ver, pero siempre me acuerdo mucho de como nos hacia reír, de que decía todo lo que pensaba, y que como dice le gusta vivir el día a día,bueno era una persona genial y con mucho carisma, tiene suerte patricia de tener una persona a su lado como él. yo lo aprecie muchísimo mientras duro la amistad. Y YA SE SABIA QUE LLEGARÍA LEJOS, COMO MI HIJO ES DEL VALENCIA IGUAL ALGÚN DÍA ME PASO POR EL ENTRENAMIENTO PARA SALUDARLO, AH!

19 mayo, 2007 04:55  
Blogger Unknown said...

Mi nombre es Jose Antonio Beltran, creo que conozco a Quique un poco, ya que gracias a un entrenador que tenia en los juveniles del Pegaso, que se llamaba Camarero a quien le debe mucho, y siendo yo entrenador del primer equipo, me atrevi a sacarle, por necesidad y por que ya con 16 años era muy bueno, en Guadalajara como sub 20, con el primer equipo de 3ªDivision, en el cual ganamos 0-4 y él marco al extremo izquierdo a quien tuvieron que cambiar por que le aburrió. Cuando todo el mundo pensaba que a la media hora lo quitaria(tiempo obligatorio), era lo normal, lo deje todo el partido ya que era un placer verlo jugar. En ese partido tambien jugó Isidro, y toda la familia Flores como espectadores.
Al termino del partido los seguidores del Guadalajara le regalaron con un fuerte aplauso su actuación, no era para menos. Siempre he seguido su trayectoria, puesto que como persona y como deportista desde pequeño me enamoró.

08 diciembre, 2008 16:52  
Anonymous Anónimo said...

Me gustaria de hablar com senor Jose Antonio Beltran, se puede contactar me, gustaria muchos.

Gracias,

Vítor

valvarenga@mediacapital.pt

16 marzo, 2009 03:00  

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