Espanyol, el campeón del autobús

¿Quién dijo que no se podía ganar un título sin bajar del autobús? Miguel Ángel Lotina logró un sueño perseguido 40 años porque le funcionó bien todo. Especialmente, su plan A y su combinación ganadora: De la Peña-Tamudo. Su buen orden defensivo, el que tanto ha echado de menos en muchos partidos de Liga, hizo el resto. Minimizó al Zaragoza de Víctor Muñoz que se metió en el partido con un gol en contra y cuando se levantó, recibió otro. Siempre estuvo a remolque. El Zaragoza no tenía plan B y si lo tenía, no le funcionó. Contragolpea como nadie, pero le cuesta horrores atacar con criterio. Cani intentó ponérselo, pero solo es muy difícil.
Lo mejor de la final: las aficiones, especialmente la del Zaragoza por saber perder, algo tan poco común como digno de admiración. La del Espanyol ya tiene el premio del título y esa sonrisa que va a tardar tiempo en quitarse, salvo que no aproveche esta ola buena en la Liga, donde aún se debate por salvar la categoría.
Lotina, uno de los grandes triunfadores de la noche, desveló en la sala de Prensa que el título lo ganó en el autobús, con cuatro canciones, que sus jugadores argentinos (Pochettino, Zabaleta), contagiados por la afición que se cruzaron en el trayecto de apenas 500 metros entre su hotel y el Bernabéu, corearon. Allí se forjó la final, mucho más que en la charla, en la cabeza de los jugadores y en la fiesta compartida antes de empezar a jugar. El campeón del autobús...
Ganó el mejor y ganó el fútbol, porque la final de Copa es una delicia.