Periodista, ¿de qué equipo eres?

Me invita Gaspar Rosety el próximo lunes a chatear en su página web y voy encantado. Tengo que reconocer que los foros, especialmente el de su página, son buenos termómetros para saber de qué se habla en los mentideros deportivos, para conocer personalidades e incluso para encontrarse sorpresas. Acudiré con el morbo de encontrarme con un internauta que se ha empeñado en que yo soy culé. Otro afirma que soy 'vikingo'. No falta quien asegura que con los amigos que tengo, seguro que soy del Atleti.
Me hace gracia. La primera vez que comí con Enrique Cerezo, con el que nunca me había sentado en una mesa, me dio la mano y me preguntó: "Y el director de Marca, ¿de qué equipo es? Es para saber de qué pie cojeas". Ése es uno de los grandes males del periodismo deportivo actual. Si te pones la bufanda, ya estás etiquetado y si no, no sirves para tertulias ni debates porque no te mojas, te falta afinidad. Hay algunos directores que se la colocan a sus redactores por estrategia, otros por convicción. Y lo peor es que hay extraordinarios periodistas que, por saberse de qué equipo son, ya no son considerados objetivos. Y pésimos periodistas que se ponen al servicio de una causa para crear identificación con el lector o con el presidente de turno. Una perversión, como otra cualquiera, del periodismo.